LA FIEBRE DEL ORO 2.0 (2)
Segunda
y última parte de un análisis sobre Bitcoin, la moneda electrónica o
criptodivisa descentralizada inventada en 2009 por “Satoshi Nakamoto” parece ir
abriéndose paso en los mercados internacionales como forma de enviar valores de
un lado a otro del mundo casi instantáneamente y sin costo.
El
sistema bitcoin viene a disputarle sentido no sólo a la moneda como forma en la
que las corporaciones y los gobiernos controlan a la sociedad sino que redefine
el problema mismo del consumo en el capitalismo. Francisco Buero, en ese plano,
acota que “el sistema bitcoin amplía derechos, abre libertades para que las
personas no tengan que depender de instituciones que son más grandes que ellas,
tienen mucho más poder de lobby y pueden hacer con la vida de muchos individuos
lo que quieran.”
¿Pero
quién usa bitcoins? Buero explicita: “hay tipologías de usuarios distintas,
está el tipo que comulga románticamente con lo que el sistema bitcoin propone
hasta el especulador que dice compro en 75 y vendió en 200, pero lo importante
de todas formas es la red, mi mejor beneficio es el mejor beneficio de la red,
no hay una moralidad capitalista”. Sin embargo, hay siempre un trasfondo
ideológico cuando hablamos de dinero. En este sentido Buero deja clara la
vinculación. “Cualquier moneda tiene su paridad en dólar entonces nosotros
financiamos lo que banca el dólar: invasiones, servicios de inteligencia y todo
lo que hace que la maquinaria industrial militar”, distingue.
Según
la página bitnodes.io en Argentina hay activos 1331 nodos, o sea personas que
tienen instalado el software de la cryptomoneda y lo usan. La mayor parte de
ellos están ubicados en Capital Federal y los partidos del norte del gran
Buenos Aires, en especial en Munro. Esta cifra de iluminados es acorde a la
distribución de potencia de banda ancha en el país, así como también de
concentración de la riqueza. De todos modos hay un número que no es cuantificable,
la de quiénes invierten en esto, aunque Buero comenta que desde la apertura de
su página al día de hoy ya cuentan con alrededor de 500 usuarios registrados
activos, realizando al menos 2 intercambios cada uno. Estas cifras resultan
ridículamente pequeñas en comparación con el número uno en nodos China y el dos
Estados Unidos, ambos países rondando los 45mil usuarios. En el ranking mundial
Argentina ocupa el puesto 24, o sea que sólo el 0.003% de la población ejerce
la minería de bitcoins.
También
el uso del bitcoin ha generado una red de tráfico ilegal sin precedentes.
Durante mucho tiempo Silk Road, una web donde se ofertaba y vendía de todo pero
especialmente drogas ilegales canalizó la mayor parte del trafico de monedas.
El FBI cerró el sitio hace un par de meses e incautó los bitcoins que habían
obtenido los dueños de la página como ganancia sacándolos de circulación, lo
cual generó una baja en la cotización que no tardó en recomponerse. De hecho ya
hay alternativas a este mercado libre de la ilegalidad como la página Black
Market Reloaded, alojada en ese submundo que no encontramos con Google, la
“internet profunda”. Este uso “ilegal” de la moneda dio pie para que se
discutiera el asunto desde una perspectiva más política que económica y financiera.
Aunque decirle o no moneda queda a criterio del especialista de turno, este
paralelo a las divisas de cada nación tiene su correlato en ellas y cumple al
menos con las funciones básicas que le atribuimos al dinero, ahorrar,
intercambiar e invertir.
Otra
de las características favoritas de los defensores del sistema bitcoin tiene
que ver con que el código de toda la red es abierto, es decir cualquiera puede
acceder a él y modificarlo. Los militantes del software libre abogan por
programas y desarrollos en los que se pueda modificar el código a gusto del
consumidor y llaman al resto de los sistemas privativos. En el caso del sistema
bitcoin se podría pensar que debido a la complejidad del asunto (involucra
dinero, transacciones, compras y ventas) no debería ser fácil entrar a su
código y poder modificarlo. Sin embargo, los analistas coinciden en que esta es
una de las características que más potencia le da al sistema. En palabras de
Buero: “El código está en todos los nodos de la red, está en todos lados y en
ninguno en particular así que para que alguien pueda cambiar el código y
cambiar las reglas por las cuales se rige el sistema bitcoin tendría que tener
más del 51% del poder de computo de la red, que es como tener un transbordador
mega nuclear”.
En
1996 la división de criptografía de la entonces novedosa National Security
Agency (NSA) publicó un artículo en el que se abalan las ventajas de una moneda
criptográfica en la medida en que supone un nivel de anonimato máximo y a la
vez disminuye el costo de las transacciones. Lejos de estos orígenes
granhermanescos, el sistema bitcoin funciona hoy como una bandera entre
aquellos criptoanarquistas que buscan salirse del sistema a través de la
encriptación no solo de su actividad online sino también de sus transacciones
comerciales. Con esto, los bitcoiners se unen a una serie de nuevos activistas
webs, que encuentran en las eminentes figuras de Julian Assange y Edward
Snowden líderes indiscutidos. En este sentido, Buero señala que “en realidad el
núcleo del sistema bitcoin es anarquista romántico, es un cambio de paradigma
porque el dólar estaba bancado con oro y hoy con portaaviones, entonces la
gente que empieza a no comulgar con lo que tienen que suceder para que se
respalde la moneda.” Por su parte Pablo De Biase, miembro fundador de la
Asociación Civil Eudemocracia aporta: “Si Bitcoin se hace masivo los organismos
financieros supranacionales van a intentar controlarlo y/o boicotearlo dado que
si no lo hacen perderían el poder de control que actualmente tienen.
Probablemente lo hagan, pero la idea de liberación va a permanecer y el bitcoin
será reemplazado por otras monedas menos propensas al boicot hasta que las
sociedades obtengan la libertad que tanto hace falta”.
La
libertad y el anonimato tienen un límite, de hecho todas las transacciones en
bitcoin son trazables, aunque según Buero no es asociable a una persona en
particular, aclara que cualquier usuario puede ver los intercambios realizados
desde las billeteras virtuales, incluso la cantidad de criptomonedas
disponibles en ellas. A esto se le puede agregar además que en el sitio
bitnodes figura la dirección IP de cada usuario activo, esto es un número que
identifica el dispositivo, en este caso la computadora que se está utilizando
dentro de una red, o sea internet.
Con
respecto al futuro del sistema bitcoin, Santiago Siri, Especialista en
tecnología y miembro del Partido de la red estima: “Cualquier sistema va a ser
naturalmente encarnado a través de estas nuevas redes digitales y cuando
decimos proceso no sólo nos referimos a sistemas informáticos también sistemas
políticos y sistemas económicos. Este año el fenómeno del bitcoin tuvo mucha
visibilidad en la prensa, porque es un fenómeno que viene a cambiar el concepto
de moneda”. Por su parte Franco Amati, de la fundación Bitcoin Argentina
apuesta: “en algún momento habrá bancos online que a través de un usuario y una
clave almacenarán y protegerán las bitcoins o se puedan retirar en persona con
documento por una ventanilla “. Pero a la vez para Amati el rótulo de moneda no
encaja para el sistema bitcoin: “yo no la llamaría moneda, prefiero quedarme
con sus utilidades y no enmarcarla en un concepto que puede traer confusiones.”